domingo, 31 de julio de 2011

Un “Sarrio” por las Torres de la Pedriza Posterior -31.07.2011

Hermoso rincón este de la Pedriza que hoy, último día de julio, se presenta ciertamente solitario, abandonado por los visitantes, que en otras épocas del año lo recorren arriba y abajo.
El calor que se asienta a partir del mediodía y las vacaciones que impulsan a la mayoría hacia las playas, convierten a la Pedriza en un lugar postergado durante el centro del verano, resurgiendo en otoño para quedar luego relegado nuevamente hasta la primavera.
Un circuito rápido por las Torres, buscando las sombras y madrugando para haber acabado cuando empiece a hacer calor de verdad, es una buena manera de despedirse de la Pedriza hasta el mes de septiembre.
Tras un ratito de “cola” hasta que abren la barrera de acceso al parque (he madrugado demasiado), salgo de Canto Cochino a las 8h 30m con trote alegre por “la Autopista”, en dirección N, hacia el bosque que, al pie de las Milaneras, lleva derecho hasta el Collado del Miradero.
En suave subida dejo a mi derecha el desvío hacia el refugio Giner y enseguida alcanzo el punto de cruce del Arroyo de los Pollos, hacia el Pájaro y Collado de la Ventana. Por aquí bajaré luego. Ahora dejo el arroyo y sigo por mi izquierda, emprendiendo fuerte subida por el bosque que cubre la falda de las Milaneras. Voy a la sombra y fresco.

La pendiente es empinada, pero marcho entre pinos y helechos, algo secos ya, por bosque surcado de cursos de agua.

Desde un claro veo a mi derecha cómo el sol está a punto de asomar por las Buitreras.

Giro la cabeza hacia mi izquierda y veo cuan iluminada está la cresta de las Milaneras, con “los Tres Cestos” bien visibles ahí arriba. Agradezco internarme de nuevo en la sombra del bosque.

La senda sigue ganando fuerte pendiente, algunos troncos caídos cruzan el camino. Algo más arriba los pinos se acaban y entro en los últimos metros “a pleno sol” que preceden al Collado del Miradero (1.878m).
Mirada hacia atrás y la Maliciosa, con su cordal SE de Los Porrones, se me ofrece a la vista.
Subo rápido los aproximadamente 110m que me separan de la entrada al Comedor de Termes (1.990m), punto culminante del circuito de hoy. La sombra de este tramo en cara N resulta hasta fresca.
De pronto este “Sarrio” y una cabra habitante de la zona se encuentran de improviso, sobresaltándose mutuamente. Ella da un silbido y un brinco, él gira bruscamente la cabeza buscándola con la mirada. Ambos se quedan quietos, a unos 5m uno del otro. El “Sarrio”, apaciguador, le chasquea suavemente la lengua, ella le mira y lentamente se acerca hasta una “distancia de seguridad” de un par de metros.

Se miran ambos, él le sonríe, ella baja ligeramente la cabeza aproximándose algo más,.....

.... y le ofrece una buena estampa de costado para la foto del recuerdo.
Se dicen adiós, ella queda en su hábitat y yo prosigo hacia las Torres.
A partir de aquí, el caos granítico y “las Torres” son los reyes y señores. La senda zigzaguea por en medio, los panoramas son atrayentes, las rocas retadoras, las subidas y bajadas continuas.

Desde las Torres, hacia el Sur, en primer plano: la cresta de las Milaneras, a continuación, en segundo plano, la cresta de Los Porrones, en su ascenso hacia el punto culminante de la Maliciosa.
Si pierdes la traza (mojones y marcas blancas y amarillas), das un rodeo y la reencuentras luego; atención no obstante a no perderlas del todo. Lo temprano del día, son las 10h 30m, y la altura de los torreones, permiten que la mayor parte del trayecto lo haga a la sombra.

Dejo a mi derecha el Callejón de la Abeja y al poco encaro la “característica roca” que hay que “cruzar por dentro”, o por fuera con “destrepe adherente”, ambas modalidades “muy particulares” de la Pedriza. En ningún caso difícil, tan sólo, entretenido.
Ahora ya tengo enfrente el Collado de la Ventana, que no toco hoy, sino que me dirijo monte a través, a buscar la senda que baja de él y que pronto alcanzo, en zona de rododendros precursores del pinar que viene seguidamente.
Cómodo descenso acompañando al Arroyo de la Ventana en su discurrir hacia el de los Pollos, y llego al punto de cruce de este último, lugar que miré esta mañana, en subida.
No baja tanta agua como unos meses atrás, y lo cruzo sin dificultad. Ahora estoy ya en el suave y balizado camino hacia “la Autopista”.
Emprendo rápido zanqueo hasta que de pronto, en un recodo desde el que se ve bien el Pájaro, me topo con Christian y sus dos perros, que se lanzan hacia mí para darme “su bienvenida”. Ellos me recuerdan (nos encontramos hace unas semanas en la cima del pico superior de Siete Picos), pero yo, primero me llevo un susto, luego sonrío a la perrita negra que se ha alzado y me ha puesto las manos sobre la cintura, y después saludo a Christian que está apaciguando al “melenudo”, que no deja de ladrar. Nos entretenemos en ver cómo una cordada está escalando el Pájaro, comentamos que hace muchos, pero ya muchos años, cada uno de nosotros también lo escaló, y nos despedimos “hasta la próxima”.
Ahora sí encuentro algo más de gente por “la Autopista”, no demasiada, y llego sin más al aparcamiento de Canto Cochino a las 12h.
¡80% del recorrido realizado a la sombra! Unos 10km de marcha, salvando un desnivel positivo en torno a los 1.000m de D+, y con satisfacción y ganas de comer, de vuelta a casa antes de que haga más calor.

domingo, 24 de julio de 2011

Peñalara, de nuevo, desde la Granja de S. Ildefonso -24.07.2011

Los de mi tierra llamamos sarrios a los rebecos, al viento le decimos aire y somos considerados tozudos y perseverantes. Creo que todo ello es cierto.
Es por esto que un servidor, “Sarrio” de Club y por afición al monte, un día como el de hoy, en el que hacia un aire bastante fresco, ha decidido volver a intentar subir desde la Granja de S. Ildefonso al Pico de Peñalara (punto culminante de Guadarrama, con sus 2.428m) por el itinerario que pretendí seguir, y no pude, el pasado día 11 de junio, de cuya gesta y ristra de “premios conseguidos” ya dejé constancia en este mismo blog, por lo que voy a ahorrarme (nos) los detalles.
Pico de Peñalara
En síntesis, el itinerario consiste en llegar al Puerto de los Neveros, recorrer la cresta de los Pájaros a los Claveles, el Pico Peñalara, y volver hasta la Granja por una senda que se toma al pie de la Peña Citores y que desciende próxima al arroyo de las dos Hermanas, entroncando con la pista que recorre el pinar de Valsaín (el recorrido, perfectamente descrito, lo publicó Luiso el 29.06.2008, en www. Pirineos3000.com).
Como de la vez pasada salí escarmentado (nada más dejar la tapia de la Granja ya tomé el camino equivocado, lo que me recompensó con un extra de 4km, y para rematar, en la bajada desde  Peñalara “mi intuición” me llevó por el curso de un arroyo que luego se metió en su barranco, y yo con él, porque no me podía salir, pasándolas canutas hasta que salimos, digo, el arroyo y yo, del dichoso barranquito), pues esta vez decidí seguir al pie de la letra los pasos básicos del “perfecto excursionista”, a saber:
·         Estudio y memorización del itinerario a seguir.
·         Mapa y brújula, a mano durante el recorrido.
·         Equipo adecuado a la marcha que se va a realizar.
·         Entrenamiento y experiencia acordes con el objetivo.
Todo lo llevaba “bordado”.
Así que a las 8h15m salgo de los jardines de la Granja (1.190m), enfilo tapia arriba (SE) con determinación y buen ritmo, sonrío a la curva del sendero que la vez pasada supuso mi error de itinerario, y dándole la espalda altaneramente me interno por la “poco advertida trocha” que, pegándose a la tapia, gana fuerte pendiente hasta llegar al lugar donde la pared tuerce 90º hacia el SW. Aquí aparecen las marcas amarillas y blancas.
El cerro que aparece a la derecha tiene dos nombres, a elegir, bien el del Moño de la Tía Andrea, bien La Silla del Rey
Hermoso camino por medio de agradable vegetación que enseguida me lleva hasta el arroyo del Morete. Y aquí, nada más cruzarlo, se ofrecen dos posibilidades, bien seguir recto, bien tomar una empinada senda hacia la izquierda, ladera arriba.

La hermosura de la ladera, junto con un relincho que viene de lo alto, me decide por seguirla, y así, de forma entusiasta pero inconsciente, abandono el itinerario memorizado la noche anterior; de la confusión me daría cuenta más tarde.

De momento, subo encantado por esta senda, tiesa para arriba por medio de los pinos, compartiendo trocha, ladera y helechos con un grupo de caballos que por allí están. En la parte alta reencuentro las marcas, que ahora han cambiado de color, unas veces son azules, otras amarillas, a fin de cuentas, hay marcas. Mojones también. Así que, a seguir.
Marcas de todo tipo: amarillas, azules, de "jineta" marcando el territorio, la mía acompañando. 
El sendero por el bosque es precioso. Paso por “la Fuente del Montañero”, de vez en cuando encuentro carteles antiguos de madera indicándome cuánto queda para llegar a Peñalara.
El bosque se acaba, dando paso a los claros de altura.
Y poco a poco, recorro el bosque cuyos pinos, a medida que asciendo, se van haciendo más pequeños y escasos.

Al final, salgo a un claro poblado de helechos,  donde otro grupo de caballos me mira curioso. Me siento en paz y a gusto en este entorno. El collado se adivina más arriba.

Último vistazo hacia atrás, a los animales, al amplio panorama, y pongo proa hacia el collado. Me “escama” que el monte que se ve “no se parece” al de Claveles, además llevo un rato ya sin senda. Si la marcha por el canchal me parece incómoda, cuando éste se acaba y he de comenzar a caminar sobre los enebros y piornos, la incomodidad y los inconvenientes aumentan. Ahora ya tengo claro que el collado hacia el que me encamino es el de los Poyales, 1km a la izquierda del objetivo (el de los Neveros). En fin, al menos esta vez “la deriva” ha sido más tolerable, y el recorrido precioso. La próxima ocasión, que la habrá, ya atinaré.
No sé porqué, pero me pasa por la cabeza que este Peñalara es algo “somarda”, (es decir, un poco “taimado”, vamos que tiene toda una serie de recursos, aparentemente inocentes, para ponerles las cosas en su sitio a los visitantes).
La cresta de Pájaros a Claveles, sencilla ahora, se complica sobremanera con el hielo del invierno.
El acceso al risco de los Pájaros y su cresta al de Claveles resultan sencillos con buen tiempo. En la cima de Peñalara (2.428m, 11h15m), al resguardo del aire y de la multitud que llega desde Cotos, contemplo el paisaje, tomo unas almendras, bebo un trago, ajusto las zapatillas, y a encontrar el sendero bueno que, desde el pie de Peña Citores, desciende acompañando al arroyo de Dos Hermanas.
Esta vez sí que atino. Voy siguiendo los mojones por la empinada ladera cubierta de enebro y piorno. El barranco por el que discurre el arroyo, y por el que bajé la vez anterior, queda unos 30m a mi derecha. Lo miro de reojo.
El arroyo discurre vigoroso por su cauce y por su barranco.
¡Cuánto cunde la marcha por senda! Aunque sea empinada y esté cubierta de “piñas rodantes”, caídas de los pinos, que te hacen deslizar incontroladamente al menor descuido.
Al alcanzar la pista asfaltada que cruza el pinar de Valsaín ya sólo me quedan 5km para llegar al coche.
Son las 13h45m cuando llego a la Granja, tan solitaria esta mañana, tan concurrida de paseantes y turistas al mediodía, gratificado por la completa excursión y por los solitarios parajes por los que he deambulado.

Recorrido circular de unos 22km, que salva unos 1.300m de D+, empleando 5h 30m en  armoniosa sintonía con esta naturaleza tan fresca y lozana que nos ofrece la Sierra de Guadarrama que, si se elige bien, no tiene nada de transitada. De hecho, aparte de los caballos, hasta llegar al risco de los Pájaros, no me he cruzado con nadie ¿será cosa del itinerario seguido? Seguramente.

sábado, 16 de julio de 2011

Majalasna y Navarrulaque desde las Dehesas de Cercedilla. Recios nombres, suaves bosques -16.07.2011

 
El Pico de Majalasna, a la dcha., respetuoso primer componente de la cadena de los Siete Picos
Pura naturaleza, acogedora sombra, mullido caminar, fresca agua, retorcidos pinos, atractivo granito, abstracción y añoranza compartidas.
Parsimoniosa oruga hábilmente camuflada con el entorno
De entre las múltiples posibilidades que ofrecen las Dehesas de Cercedilla nos decidimos hoy por un recorrido a base de “círculos amarillos”. Es una opción como otra cualquiera, pero no está hecha al azar. Pretendemos deambular sin prisas, inmersos en la naturaleza,  arropados por el bosque y refrescados por la sombra.  Pico de Majalasna (1.938m) como punto culminante, visita previa al Collado Ventoso (1.892m), y retorno por la pradera de Navarrulaque (1.650m) son los lugares por donde nos llevará la traza que seguiremos.

A tono con la costumbre, madrugamos, y a las 8:15 de la mañana estamos iniciando el camino por las Dehesas, 1.305m, en dirección al Collado Ventoso.
La naturaleza se deja acariciar por el sol mañanero
El sendero discurre junto al curso de un arroyo. Las marcas se distinguen bien. Hay muy poca gente a esta hora. La naturaleza bulle, los pájaros carpinteros dejan oír su “toc-toc-toc-toc” contra el tronco de un árbol seco, los grajos rasgan el ritmo y la quietud, el agua susurra en su cauce, el suelo cruje suavemente bajo nuestras pisadas.  Ahora la pendiente se acentúa. La fuente de R. Velasco mana abundante y fresca. Echamos un trago, llenamos las cantimploras. Seguimos y salimos directamente al Collado Ventoso, 1.892m. Hitos de granito delimitando ambas provincias: al N Segovia, al S Madrid.
Nos adentramos por la senda de Los Alevines, hermoso y poco visitado tramo que se interna en la Umbría de Siete Picos marchando claramente en sentido S, hacia el collado entre el Pico de Majalasna y el siguiente en la cadena de los Siete Picos. Hermosas vistas sobre Marichiva y Mujer Muerta, entre frescos pinos, al pie del granito de pocos metros más arriba. 
Pico de Majalasna
Alcanzado el collado en la cota de 1.950m, de nuevo la opción: al N los Siete Picos “fronterizos”, al S el de Majalasna (único de los 7 con nombre propio). Esta vez toca S; por medio de retorcidos pinos y matas de enebro, trepamos a los bloques cimeros. Oteamos desde el Pico de Majalasna (1.938m), favorecida y respetuosa atalaya con vista hacia su hermano mayor, el siguiente en la cadena.


Desde el Pico de Majalasna, su siguiente "hermano" en la cadena de Siete Picos se alza altanero.
Desde aquí descendemos, ahora por la Solana, camino de la pradera de Navarrulaque.
Sereno contemplar de los llanos de Cercedilla
El bosque nos resguarda, ya no es tan húmedo como el que hemos transitado anteriormente, los helechos y pinos enmarcan amplias vistas.
Desde la Solana vemos cómo vamos dejando atrás Siete Picos
Sin darnos cuenta llegamos a la pradera de Navarrulaque (1.650m). Plátano, trago de agua, dónde está el siguiente círculo amarillo, ah, sí, allí enfrente; entonces, a cruzar la pista.
Trasiego de ciclistas, algunos caminantes van llegando ya a este lugar. Los caballos se muestran tranquilos.
En nuestro descenso por este corto tramo de pista nos paramos un momento en el original reloj de sol de Cela, que marca “de forma natural” una hora menos que nuestros  europeizados relojes. Nos asomamos luego a los “miradores de los poetas y de L. Rosales”, antes de reemprender cómodo descenso ¡qué bien!, otra vez por bosque, hacia nuestro punto de partida. Atrás dejamos la pista y su rosario de ciclistas.
Desde la pradera de Navarrulaque echamos una mirada hacia nuestras espaldas: P. Majalasna, a la izq. y resto de los 7 Picos.
Son las 12:15h cuando llegamos al coche, tras un sosegado y plácido paseo, aprovechando las horas frescas del día, eludiendo amilanadamente el riguroso sol y el calor de las horas centrales del verano en Guadarrama. Ah, y después de todo esto, buena refrescada en la hermosa fuente de Majavilán, antes de volver a Madrid.

sábado, 9 de julio de 2011

Siete Picos desde las Dehesas de Cercedilla. Sombra en pleno verano -09.07.2011


La cadena de los Siete Picos. Divertido sube y baja por buena roca de granito.
Una caminata por la sierra de Guadarrama, sin más pretensiones que la de estirar las piernas, pisar terreno “blando” durante algún rato, a poder ser lo más posible por bosque para ir a la sombra, coronar temprano y volver al coche antes de que apriete demasiado el calor. En fin, justo lo contrario de lo que encontré en Gredos el día 2 de julio pasado.
Con esta idea clara opté por uno de los itinerarios que tengo “en el cajón” para echar mano de ellos en estos casos. Recorrido de los Siete Picos con punto de salida y llegada en las Dehesas de Cercedilla.
Las Dehesas de Cercedilla es un lugar con múltiples posibilidades : buen surtido de destinos (al W, el valle del río Moros, Mujer Muerta, Marichiva; al N, los collados de Fuenfría y Ventoso; al E, los 7 Picos, Majalasna, Navarrulaque), amplio abanico de caminos (desde la solera de una “Calzada Romana” hasta la modernidad de una “Carretera de la República”), y variopinta paleta de círculos de colores sobre los pinos, marcando el itinerario (los hay rojos, verdes y amarillos).
Ya tengo aprendido que aquí, en la Sierra de Madrid, tanto en verano como en invierno, por una razón u otra, siempre conviene madrugar. Así que, imbuido de esta costumbre, hago caso omiso del sueño que tengo y de lo perezoso que me encuentro hoy, y a las 8:30 de la mañana estoy ya iniciando el trote por las Dehesas, 1.305m, en dirección al Collado Ventoso. Fijo la atención para no liarme en este inicio con tantas alternativas. Elijo el color amarillo y voy siguiendo los círculos en los pinos.
Tramo fresco y "rumoroso" que  conduce a la pradería de los Corralillos
El sendero discurre junto al curso de un arroyo. Enseguida se llega a la pradería de los Corralillos. Las marcas se distinguen bien. Hay muy poca gente a esta hora. Se alcanza una pista que se atraviesa de frente, iniciando la Vereda del Inglés. Aquí la pendiente se acentúa. Al poco se pasa una fuente y poco después se sale directamente al Collado Ventoso, 1.892m.

La vegetación en las próximidades del Collado Ventoso es variada y atractiva.
Unos metros antes de coronar el collado derivo a la derecha por la senda de Los Alevines, hermoso y poco visitado tramo que se adentra en la Umbría de Siete Picos (ya saldré al sol cuando no haya más remedio), marchando claramente en sentido S, hacia el collado entre el Pico de Majalasna (único de los 7 Picos con nombre propio) y el siguiente en la cadena de los Siete Picos.


Nítidas vistas sobre Marichiva y Mujer Muerta, entre frescos pinos, al pie del granito de pocos metros más arriba.  

Una mirada hacia atrás me permite contemplar el sinuoso bosque que voy cruzando desde que dejé el collado de Majalasna.
Alcanzo el collado en la cota de 1.950m, y subo directamente por el espolón que accede al 1er pico de "los fronterizos y anónimos" de 7 picos, por bosque muy poco frecuentado. Trepada del último tramo hasta los 2.095m que tiene su cima.

Desde la cima del 1º de los picos anónimos se distinguen el Puerto de la Fuenfría, y la vertiente segoviana de la sierra.
Desde aquí voy ya cresteando, mejor dicho trepando y bajando a los diferentes picachos graníticos de esta cadena que discurre por los 2.100m , formados por amontonamientos de bloques que se elevan unos 20m o 30m por encima del sendero que los bordea por sus faldas.  
El granito es bueno y adherente, las gimnásticas trepadas y destrepes resultan divertidos.
El más alto, con 2.127m es el más próximo al Puerto.  Una ración de frutos secos, un plátano, un trago de agua para “pasarlo” todo, y hacia abajo, hasta la Peña Hueca, cota de 1.931m, donde abandono la loma y me dirijo hacia el N, en busca de la Senda Schmidt.
Desde la cima del 1er Pico, la imagen de Peñalara sobresale en la distancia.
Por este tramo la cantidad de “paseantes” es considerable. No en vano la Senda Schmidt es uno de los clásicos recorridos familiares por la Sierra, enlazando el alto de Navacerrada con el Puerto de la Fuenfría.
Alcanzo el Puerto de la Fuenfría, 1.795m, que está a rebosar de ciclistas, y de vacas con las que comparten lugar, prado y pinos, para, tras el último vistazo hacia el Montón de Trigo, enfrente, la vertiente Segoviana, a la derecha, y los Siete Picos, a la espalda (en todos los sentidos), enfilar a la izquierda, Calzada Romana abajo, camino de las Dehesas, a través de acogedor y mullido bosque. Voy siguiendo los círculos verdes sobre los pinos.
Dirijo una última mirada hacia el Cerro Ventoso, camino de las Dehesas.
Son las 12:30h cuando llego al coche, ahora rodeado de congéneres que pasarán aquí el día, tras un recorrido circular de unos 22km, habiendo salvado unos 850m de D+, saboreando 4h de continuo respirar el oxígeno serrano, con hermosas vistas sobre pinares a ambos lados, mullido pisar en la mayor parte, jolgorio de paseantes en algunas zonas, solitaria abstracción en otras y siempre naturaleza a la mano tan cerca de este urbano Madrid. Ah, y después de todo esto, sigo con más sueño si cabe que al comienzo de la jornada.


domingo, 3 de julio de 2011

Una por el circo de Gredos. Almanzor y La Galana. Desafío al sol -02.07.2011

Fruto del entusiasmo, y de nuestra resignación por madrugar muchísimo, decidimos abordar esta excursión en el día. Son las 5:45 am, cuando Javier y yo salimos de Madrid, si bien, debido a un concierto que organizaban en Hoyos del Espino, con mala señalización y corte del camino habitual, llegamos a la Plataforma a las 9:30h, tras diversos avatares por pistas intransitables.  A pesar de la hora, el tiempo y el ánimo son buenos, por lo que a las 9h 45m comenzamos a caminar. Por delante tenemos un circuito enlazando el P. Almanzor con La Galana, por la cuerda y el collado del Venteadero.
Comenzamos por un sendero muy bien marcado y “humanizado” con piedras de granito, marchamos a paso rápido por el llano de las Pozas. Cruzamos el arroyo y emprendemos animosa subida hacia los Barrerones.
Desde los Barrerones, izquierda Almanzor, derecha la Galana, patronos de este roquedo
Desde lo alto, hermosa panorámica sobre las cimas del “circo”. El Almanzor y la Galana nos parecen estar esperando. Cada uno de nosotros saborea la vista a su manera: Javier, con los ojos de “la primera vez en la zona”; yo, con los del reencuentro tras 9 años sin venir por aquí. En ambos casos, cargados de ánimo, emprendemos trote sostenido de descenso hacia el refugio Elola, junto a la Laguna Grande.
El Pico Almanzor "domina" con su presencia al refugio Elola, asentado junto a la Laguna Grande
La proximidad de la laguna favorece algo de vegetación
Menuda procesión de senderistas hemos ido pasando y menudo sendero “enlosado de granito” de principio a fin; no hay ni un trozo de hierba o tierra, todo piedra ¡Es la zona!, con lo que las articulaciones no descansarán hasta llegar de vuelta al coche.
Apenas cruzamos la laguna, seguimos hacia la hoya de Antón, y emprendemos fuerte subida por el corredor, aquí ya empezamos a sudar, buscando su empinada salida por la Portilla del Crampón, pasando por fin a la cara S, donde damos vista al Cuerno del Almanzor, emitiendo también un suspiro de satisfacción por haber acabado con semejante cuesta.

Desde la Portilla del Crampón echamos vista atrás, hacia la canal que acabamos de subir. Al fondo "los Hermanitos de Gredos" 
Ladeamos unos metros hacia la derecha y trepamos gimnásticamente por unos característicos bloques hasta el Pico Almanzor (2.596m), con algún que otro resoplido ¡Nada que ver con la dificultad que presentan estos pasos cuando se hielan en invierno! Vista espléndida desde esta estrecha cima, en la que milagrosamente estamos solos durante 10 minutos; hasta que llega la siguiente andanada de “intrépidos esforzados”, y debemos hacerles sitio. Hemos tardado 3h 15m desde la Plataforma.


Desde la cima del Almanzor, la imagen de la Galana, nos llama para ir hacia ella.
Como vamos bien de tiempo no dudamos en seguir hacia la Galana, bajando hasta la Portilla de los Cobardes, donde comemos algo. Anda que, vaya con los nombrecitos de los dos colladitos que flanquean al Almanzor.


Echamos una mirada hacia atrás, desde la Portilla de los Cobardes, para despedirnos del Pico Almanzor.
Iniciamos de  nuevo la marcha descendiendo unos metros hacia nuestra derecha, para ladear a pie de cresta hasta el collado del Venteadero (2.476m).

Desde la Portilla de los Cobardes trazamos mentalmente nuestro itinerario a pie de cresta, hacia el collado del Venteadero, la Galana, con "su muesca" a la izquierda de la cima.
El itinerario hasta el collado del Venteadero parece evidente. A fe que hace honor a su nombre, porque el viento procedente del W lo barre continuamente, envolviéndonos con un dulce perfume de flor del piorno de las zonas más bajas. Enfrente tenemos la Galana.

Desde el collado subimos por la ladera izquierda, siguiendo los mojones, hasta llegar a “la muesca” de la Galana, pequeña brecha que se alcanza con un destrepe “entretenido” (II+). En la horcada esperamos a que acabe de descender de la cima un grupo “variopinto” de unas 15 personas. Los hay que las pasan canutas con sus “zapatillas de tenis”.
 Ahora nos toca a nosotros trepar hacia la cima, a la que se llega sin mucha dificultad, aunque con algún paso aéreo (II) “ideal” para los que tengan vértigo,  tal como la cornisita final con vista al tendido de las Cinco Lagunas, unos 300m más abajo, tan hermoso y atrayente. En fin, una acrobacia más y estamos en la cima de la Galana (2.564m). Otra también bien estrecha. Desde aquí vemos el Almanzor en la lejanía, enfrente el altivo Ameal de Pablo y a nuestra espalda el circo de las Cinco Lagunas. Por compañero tenemos al impetuoso viento, que nos recomienda permanecer sentados mientras miramos alrededor. Son las 2h 30m de la tarde, y el calor aprieta.

Desde la cima de la Galana, al W, se ven las primeras de las Cinco Lagunas.
 Decidimos bajar y tomar algo en algún sitio más protegido. Plegamos y destrepamos hasta la brecha. Ahora parece más sencillo. Optamos por descender directamente por el canalón de la brecha, hasta la hierba al pie del Ameal. Otra bajada “entretenida”, palabrita esta que ya empieza a mosquear a Javier. Algún que otro pasito de II (3,para ser exactos), y nos plantamos por fin junto a una charca, próxima al Ameal, donde bebemos y comemos un poco, para ya emprender descenso hacia el refugio, por barranco a nuestra derecha, siguiendo los mojones para evitar embarques.

Reponemos agua en un arroyo junto a la laguna, y con decisión, entereza y ritmo impropiamente rápido a estas horas, nos lanzamos a subir los últimos e indebidos +200m de desnivel  (ahora sólo debería tocar bajar) hasta los Barrerones, a donde llegamos ligeramente “apuntillados”. Ahora sí, a partir de aquí ya sólo toca bajar, pero con cuidado, que las piernas van cargaditas, y las dichosas losas del “humanizado sendero” nos están como esperando para interrumpir bruscamente nuestro trote.
¡Que bien nos sienta el chapuzón que nos damos en el rio al llegar al coche!
Recorrido de unos 18km, salvando unos 1.300m de D+, que nos ocupó 8 horas intensas, por terreno siempre “muy duro”, pura roca, piorno como única vegetación hasta pasados los Barrerones, exigente “pechada”, pasos gimnásticos, ceñidas cimas, “entretenidos” destrepes, en suma, una jornada de montaña.