sábado, 22 de octubre de 2011

A la Maliciosa trepando por clavijas. La Senda de las Cabras.


La Maliciosa Alta (izqda) y La Cuerda del Hilo o de los Porrones. Vertiente Sur

No podía dejar pasar el último día bueno de este otoño sin acercarme a conocer el “paso de las clavijas” que existe en la Sierra de Guadarrama. Tanto tiempo deambulando por estos parajes y me entero hace un par de semanas de que no sólo las hay en el Pirineo, sino que tan cerca de Madrid también las tenemos.
El recorrido comienza en el Boalo, localidad asentada en la falda Sur de la Maliciosa, a 942m de altitud para, rápida y abruptamente, dirigirse hacia la Peña del Mediodía, primer cerro de la Cuerda del Hilo o de los Porrones, constituyendo las clavijas el punto de acceso.  
Son las 9h cuando comienzo la marcha desde el Boalo. Sigo el camino hasta la ermita de San Isidro de cuyo lado derecho arranca el sendero hacia la Peña del Mediodía. Las primeras luces del día tardan en desvanecer la penumbra de la noche, las nubes se resisten a retirarse, la mente se debate, a caballo entre el sueño truncado y la esperanza del ánimo que ha de traer la luz.  La mañana es bastante fresca, se barrunta el cambio de tiempo que definitivamente dejará atrás la estabilidad térmica de las semanas anteriores. Avivo el trote, tanto para entrar en calor cuanto antes como para no tardar más de lo necesario en este recorrido circular de hoy, que promete ser entretenido y extenso.
La pendiente es fuerte, el sendero se sigue bien. La Peña es el faro que me guía. Los bichos que transitamos por esta zona nos observamos.

                        Yo contemplo al buitre,
                         
                               La cabra me examina a mí.
Alcanzo ya la zona de encinas, sigo subiendo, llego al punto en el que la senda sigue hacia arriba, camino del collado de Valdehalcones, si bien también hay mojones hacia la derecha. Sé que he de tomar esta derivación, pasando al pie de la Peña; voy en busca de la Senda de las Cabras y de sus clavijas.

Recorro unos 10 metros y encuentro la primera señal: un lobo de hojalata persigue a una cabra del mismo material. Estoy al pie del resalte y de las clavijas.

Unos 12m de ascensión sencilla, en donde lo más difícil es no tocarlas al subir. Puede superarse tanto usándolas como no; depende de cada cual y del día que tenga.

Otra cabra de hojalata, a la salida del paso, celebra haber dejado atrás al lobo que la perseguía.
Algún titubeo, subida y bajada de algún risco y por fin encuentro la senda que, a través de seca vegetación, me lleva hasta una alambrera delimitadora de vertiente, que atravieso.
La Pedriza y el Embalse de Santillana quedan al fondo

Ahora ya estoy en el inicio de la Cuerda del Hilo, que voy a recorrer por la misma loma, siguiendo los puntos rojos, pasando por todos los cerros: Peña Blanca (1.599m), Cancho de las Porras (1.679m), Cancho Porrón (1.669m) y Maliciosa Baja (1.939m), con sus respectivos collados intercalados, en un continuo y entretenido sube y baja: a la izquierda la cañada real de Mataelpino, a la derecha la Pedriza, al frente espera la Maliciosa.

Quedo un momento en suspenso ante la cruz de “El Mirlo”, romántico pastor que, tras salvar a la doncella que unos bandoleros tenían presa y lista para arrojarla al día siguiente por el “Cancho de los Muertos”, la llevó a Madrid para que curara, y cuando ella rechazó su propuesta de matrimonio, él retornó a la Sierra para descansar en paz y para siempre en este sitio y bajo esta cruz.  

Por fin el cielo se va abriendo, mi ánimo se pone a tono, mantengo un trote vivo. Perfecta combinación de colores: bajo el cielo cada vez más azul, el verde de la gayuba enmarca al granito gris. Los puntos rojos me orientan por esta zona tan poco transitada.
Chozo junto al Cancho Porrón. Al fondo ya aparece la cara Este de la Maliciosa Alta
Estoy llegando al Cancho Porrón, penúltimo de la serie, al que reconozco por el Chozo de piedra que hay construido junto a él.
Desde aquí asciendo a la Maliciosa Baja para luego descender al Collado de las Vacas (1.889m), lugar donde la vereda entronca con la vía habitual de ascenso a la Maliciosa Alta desde el Collado de Quebrantaherraduras. Lo que hasta ahora había sido paz, soledad y naturaleza, se convierte de golpe en “una procesión”.
Acelero mi marcha, dejo atrás a la caravana, y asciendo en solitario los últimos 400 metros que me separan de la cima del Pico de la Maliciosa Alta (2.227m).
Aquí el gentío es de aúpa.
Desde la cima de la Maliciosa Alta, a la derecha el Peñotillo, a la izquierda Los Asientos, en medio el barranco del Arroyo de la Peña Jardera, abajo el embalse de la Maliciosa.
Me trazo el itinerario de descenso hacia Mataelpino por el barranco que surca el Arroyo de Peña Jardera, y emprendo la bajada hacia el Peñotillo. La pedrera me obliga a ir con sumo cuidado.
Una vez al pie del Peñotillo, en el comienzo del barranco, empieza la pendiente de verdad: los 45º son fijos, las piedras de la pedrera no tanto. Sigo atento. Con todo, desciendo rápido.

A mi izquierda, las rocas de Los Asientos ofrecen sus peculiares perfiles ¡Pedriza total!
Llego al embalse de la Maliciosa, casi vacio a estas alturas de la estación, lo rodeo por su cabecera y, tras pasar una cancela enfilo a toda marcha por la empinadíííísima pista de asfalto, hormigón y piedrillas sueltas camino de Mataelpino, procurando con mucho esfuerzo no embalarme demasiado y acabar dando “pintacodas” por estas dichosas rampas, cuya pendiente es de las de poner pie a tierra yendo en bici.
El Peñotillo y la Maliciosa Alta van cubriéndose de nubes
Por fin llego a la carretera que une Becerril de la Sierra con el Boalo. Concretamente al km 7.5. El Boalo está en el km 1 ¡Así que ya sabes lo que te toca Carlos! Trote por la izquierda de la calzada, levantar el dedo cuando oigo aproximarse algún coche en sentido hacia mi destino y volverlo a bajar cuando pasa de largo. Tengo suerte y me recoge una furgoneta cuando aún me quedan 2,5km hasta el Boalo ¡Muchas, muchas gracias! ¡Qué poco, más bien nada, me gusta correr por asfalto, a las 2:30 de la tarde, a pleno sol!
Son las 2:45h cuando llego al coche en el Boalo, tras haber realizado un recorrido circular de 18km (2,5km en coche ¡Eh!) y salvado un desnivel de 1.450m de D+, por un itinerario entre muy poco y nada frecuentado en un 80% ¡Ahora ya pueden llegar los auténticos días otoñales!

domingo, 16 de octubre de 2011

Collado del Río Peces, desde las Dehesas de Cercedilla ¡Hoy va de collados!

El Collado del Río Peces
No seré yo quien diga que desde Segovia resulta fácil llegar al Collado del Rio Peces (entre otras cosas, porque lo desconozco), ahora que desde Cercedilla, la cosa tiene su miga.
El collado del Río Peces (1.758m) es una agradable pradera entre pinos, enclavada al pie de la loma que desciende del cerro de la Muela y de la Pinareja. Lugar pacífico en medio del hermoso pinar de la Acebeda, al que cuesta llegar, y desde donde todavía cuesta más salir abriéndose camino por los Testeros de los Horcajos, para retornar al collado de la Fuenfría.  
Tal lugar, en tal enclave, bien vale la pena de conocer.

Los días buenos del otoño están por terminarse, así que decidimos aprovechar este domingo para explorar, en el más amplio sentido de la palabra, por la vertiente segoviana de la sierra de Guadarrama, y ¡Hacer una de collados!


Salimos  a las 8:30h del aparcamiento de Majavilán (1.400m), en las Dehesas de Cercedilla, y nos encaminamos al Collado Ventoso. Itinerario nada directo para nuestro fin, pero hermoso objetivo el de pasar por el cerro Ventoso, que además, será el único cerro que tocaremos hoy, lo demás serán todo collados.

Nada más iniciar la marcha empezamos a escuchar los disparos. Nos percatamos de que “han abierto la veda de caza”, y de que numerosos grupos de tiradores, apostados en las alturas, dedican su mañana a intentar abatir palomas y torcaces con ánimo y dedicación dignos de más altos menesteres. El estruendo crece a medida que nos acercamos al collado Ventoso (1º de la jornada – 1.896m), en él se han apostado un par de cazadores. Nos alejamos rápido de este lugar siempre tan atractivo, hoy tan poco pacífico.

Caballos en el Cerro Ventoso

La subida al cerro Ventoso no defrauda, pero pasamos sin detenernos. Nos encontramos entre dos fuegos, pues hay más cazadores en el collado de la Fuenfría (2º collado del día – 1.792m) y en las primeras rampas de acceso al cerro Minguete, y queremos alejarnos lo antes posible.
Poco antes de llegar al cerro Minguete tomamos un senderito que, contorneando la cima, alcanza directamente el collado entre esta y el Montón de Trigo. Desde el collado Minguete (¡Y con este van tres! – 1.992m), enfilamos por otro sendero que permite enlazar con el siguiente, el de Tirobarra (4º de la colección – 1.984m).
Hasta aquí la cosa ha ido bien, el terreno ha estado marcado, y además era conocido. Ahora comienza la novedad. El collado del Río Peces lo vemos próximo. Entre nosotros y él tan solo se extiende ¡El pinar de la Acebeda!
El terreno en vertiente segoviana se muestra poco transitado
Lo primero es encontrar el inicio de la vereda que, saliendo de Tirobarra, nos lleve hacia él. Es importante atinar, porque si no…… El caso es que atinamos, y  comenzamos a descender hacia la vertiente segoviana siguiendo las trazas de un sendero manteniendo los 1.850m hasta cruzar el recién nacido arroyo de la Acebeda.

El lugar es solitario, el agua fluye por los regajos, el sendero se ha seguido bien hasta aquí, lugar donde se ensancha y comienza a encaminarse, por entre los pinos, hacia el Collado del Río Peces (5º collado de la jornada – 1.765m), entorno solitario en el que tomamos un plátano y un trago de agua.
Toca ahora volver y adentrarnos de nuevo en el pinar de la Acebeda, para alcanzar la pista que  va al collado de la Fuenfría.

Retornamos unos metros por el camino por el que hemos llegado, hasta encontrar dos mojones que nos indican que hemos de comenzar a bajar por una estrecha trocha entre pinos jóvenes y bien prietos entre sí, tanto que escasamente cabe una persona. El “derrotero” por el que vamos está tan poco transitado que las ramas de los arbolitos contiguos se tocan entre sí de tal manera que nos obliga a avanzar en cuclillas, protegiéndonos los ojos y aguantando estoicamente los zurriagazos de las ramitas y las arañas y otros insectos que nos van cayendo sobre la cabeza, cara y brazos. Vamos muy atentos a llevar la boca cerrada y los ojos bien entornados.

Incómoda bajada en estos primeros 100m. A continuación la vereda se hace más ancha, a la derecha muere en el arroyo de la Acebeda, continuamos pues hacia la izquierda. Seguimos descendiendo, hasta llegar a un cruce, a 1.600m. Optamos por el ramal de la derecha,  que sube pegado al arroyo de la Acebeda, hasta que en un momento determinado la senda se acaba. Al otro lado del arroyo un estrecho cortafuegos asciende por el pinar. Cruzamos el arroyo y comenzamos la trepada. Hacemos 100m bien “pinos”, valga la redundancia, por “pinar a través”, hasta alcanzar una pista que viene del collado de Tirobarra. Tras haber recorrido de lado a lado todo el pinar de la Acebeda, por fin vamos encaminados hacia la Calzada Romana que une Segovia con Cercedilla por el collado de la Fuenfría. El terreno vuelve a ser conocido.

Hacemos un alto en la Pradera de la Fuenfría; barrita energética, trago de agua, y a por el último collado de la jornada, de nuevo el de la Fuenfría (y con este se completa la media docena del día de hoy). Los cazadores ya se han marchado.
El retorno a Majavilán por la Calzada Romana es mullido y agradable, la llegada al coche es un descanso. La jornada ha resultado la mar de entretenida, y a pesar de haber pasado toda la excursión de collado en collado, aparte del Cerro Ventoso de la mañana, nos hemos despachado con 1.150m de D+; así que ahora, a casa, a comer, que es domingo.  

domingo, 9 de octubre de 2011

Collado del Miradero (1.878m) desde Canto Cochino, por las Milaneras. Pedriza en estado puro.

Las Milaneras
Queríamos una ruta que condensara las esencias de la Pedriza, junto con un itinerario no demasiado largo que nos permitiera estar de vuelta a la hora de comer; pretendíamos una marcha a la usanza tradicional y sin agobios de gente; buscábamos una jornada de montaña placentera, sin disonancias con el entorno, y nos decidimos por este recorrido que cumple con todos los requisitos.
El itinerario elegido recorre el tramo más agreste de la Senda Termes: sale desde Canto Cochino, pasa por el Collado del Cabrón y el jardín de la Campana, para adentrarse después por la intrincada falda Sur de las Milaneras, alcanzando el paso de los Tres Cestos, por donde se accede a la vertiente Norte, llegando poco después el collado del Miradero o Carabina.  
Son las 8:45h cuando, bien abrigados porque hace un frío más que mediano, salimos de Canto Cochino: Fernando, Luís, Nati, Paolo y yo, preguntándonos por la razón de que haya ya tanta gente en el aparcamiento a tan temprana hora de esta fría mañana.
Entre charla y comentarios, algo ateridos por la baja temperatura, vamos rápido por el bosque bordeando por la izquierda la loma que desciende del Cancho de los Muertos, siguiendo las rayitas blancas y amarillas que marcan la senda Termes. La marcha nos entona y al poco, parada para aligerarnos de ropa. Enseguida alcanzamos el collado del Cabrón.
Las hojas del roble aún aguantan en los árboles en este comienzo del otoño
Ahora comenzamos a adentrarnos en la parte  agreste de la ruta. La senda se estrecha, los pinos y carrascas te “acarician” al pasar, la pendiente se acentúa. A paso sostenido vamos subiendo, algún “pasito” gimnástico hace su aparición, y así, sin percatarnos, estamos al pie del Pajarito. En su pared S, hacia media altura, un buitre se despereza sobre la única carrasca que sale de la pared.


Subimos hacia el jardín de la Campana por el corredor que bordea el risco del Pajarito por su derecha. Los bloques se superan bien, la pendiente ya hace resoplar de vez en cuando.
La subida es alegre.


La mirada hacia atrás descubre un paisaje amplio y soleado, el Cancho de los Muertos queda bastante abajo.

El jardín de la Campana es un paraje recoleto y acogedor, haciendo honor al nombre. Viene ahora un tramo de marcha sobre granito, sube y baja, en el que hay que andar atento, si bien las rayitas todavía están bien definidas y no se pierden.  
Llegamos al inicio de un tramo de pinar. Aquí comienza la zona “perdedora”, porque las marcas amarillas y blancas están tan desvaídas que no se ven. La voy a describir con la misma atención con la que hay que seguirla.
Hemos de tomar el sendero descendente, marcado con mojones, que se adentra en el bosque. Vamos por él sólo durante unos 50m, hasta encontrar una trocha que sale hacia la izquierda. Aquí dejamos de seguir el sendero descendente y tomamos la trocha. Ésta discurre horizontalmente durante otros 50m, hasta topar con una zona de rocas en la que aparecen tres opciones:
·         A la izquierda y hacia arriba, unos mojones “invitan a subir”; de hacerlo, te complicarás algo el día, pero si logras no perderte, llegarás a Tres Cestos.
·         De frente, sobre la roca, aparecen unas nuevas marcas “naranjas”; de seguirlas te enriscarás probablemente, porque el itinerario está en desuso y resulta confuso.
·          A la derecha y hacia abajo, otros mojones marcan un camino que crees que no has de tomar, puesto que tú quieres subir. Bueno, pues conviene que los sigas, porque es por ahí. Este es uno de los casos en los que, para subir bien, hay que bajar primero.
Nosotros optamos por la tercera alternativa y descendemos unos metros por el bosque, pegados a las rocas, hasta que ¡De nuevo aparecen las rayitas blancas y amarillas!

Ahora estamos en la zona más salvaje del recorrido. La vegetación es espesa, robles y carrascas se asientan en esta pronunciada pendiente que va sorteando las moles de granito, la conversación hace rato que ha cesado, dando paso a resoplidos ocasionales.

Los troncos y ramas constituyen buenos asideros, miramos hacia arriba sin decir nada, continuamos subiendo. Las marcas se ven bien. La vegetación comienza a clarear, las Milaneras se nos muestran en su total verticalidad de denso granito.

Un par de bloques “entretenidos” nos demuestran que la adherencia es buena ¡Alegre gimnasia pedricera que nuestros músculos recordarán durante los próximos 2 ó 3 días!
El paso de Tres Cestos, en el centro, brecha en la cresta de las Milaneras
El Patriarca
Llegamos a Tres Cestos (1.764m), al pie de la formación rocosa que tiene aspecto de “Un Patriarca”. Bebemos, recomponemos el gesto, y a por la ladera Norte, que ya “hay hambre” y en el Collado del Miradero es donde comeremos.
Todo cambia en la nueva vertiente. El esfuerzo soleado y las gotas de sudor se tornan en fresco y silencioso deambular.

Al poco rato, hacia lo alto, vemos un grupo de unas cinco cabras montesas que transitan con total despreocupación por la verticalidad de los riscos.

Una de ellas, sin embargo,  parece que está pensando cómo resolver la “peculiar” situación en la que se ha metido.  
Los "individuos" aislados, inverosímiles, son frecuentes en la Pedriza
Tramos de ladera pedregosa alternan con manchas de bosque hasta llegar poco después al collado del Miradero o Carabina (1.878m), destino de nuestra marcha de hoy y ¡Lugar donde por fin comemos! ¡Hasta bota de vino hay esta vez en la partida! Ya dijimos al principio que se trataba de una marcha “al estilo tradicional”.
 Toca ahora bajar, y lo hacemos por el sendero que se adentra en el bosque, en dirección hacia la Bota y Canto Cochino. La marcha la iniciamos Luís, Nati y yo, algo más atrás vienen Fernando y Paolo. Los tres intercambiamos una mirada, y con un gesto decidimos probar en estos primeros metros de pedrera el “trote y zanqueo”, abandonando sin más “el estilo tradicional” que veníamos manteniendo. Flexionamos ligeramente las piernas, como si nos sentáramos en el aire, los cuádriceps empiezan a funcionar, la vista va seleccionando rápidamente los puntos sobre los que apoyar los pies, los brazos acompañan el balanceo, la pedrera se acaba, entramos en el bosque, el sendero es más mullido, el trote fluye, el ánimo se vigoriza.
Nos detenemos un momento, seguimos otro tramo más de la misma guisa, los árboles pasan deprisa a nuestro lado, la pendiente de la bajada ayuda nuestra marcha, ahora sí vamos a zancadas ligeras ¡Cómo cundeeeee! Pero ¡Alto!, hemos de esperar a Fernando y Paolo.

Nos juntamos todos, el bosque otoñal y sus colores llenan los sentidos.
¿Probamos los cinco ahora? ¿Sí? Pues adelante. Sin demasiada prisa pero sin pausa. Las personas con las que nos cruzamos se hacen amablemente a un lado cuando nos ven u oyen aproximarnos. El ritmo es vivo ¿Quién dijo que sólo se suda subiendo?
Sin darnos cuenta hemos llegado al punto donde sale el sendero que sube hacia el Pájaro, cruzando el arroyo de la Ventana. Aquí hacemos un alto para tomar un trago.
Me encuentro con Manu y Chicho, con los que compartí la subida al Ocejón hace unos cuantos meses ya. Breve y alegre charla antes de proseguir nuestro camino hacia Canto Cochino.
Por la Autopista retomamos el “paso tradicional”. Nos vamos cruzando con un buen número de personas.
Son las 2PM cuando llegamos al coche, tras haber recorrido unos 10km y superado un desnivel positivo de 800m.

lunes, 3 de octubre de 2011

Peñalara desde Rascafría. Explorando la vertiente Este.

El macizo de Peñalara desde Rascafría
El otoño es un buen momento para despedir las coloridas hojas de los robles antes de que estos pongan a hibernar sus esqueletos, transmitiendo al entorno el desolado aspecto del bosque de hoja caduca.
Me planteo un placentero “paseo” entre los robles y pinares que cubren la vertiente del valle de Lozoya, salvando un desnivel considerable para estos lares, pues se inicia el recorrido a 1.163m, en Rascafría, y se culmina alcanzando los 2.428m del Pico de Peñalara.
Diseño un trayecto circular, como a mí me gustan ¡Se ve más con el mismo esfuerzo! Desde Rascafría he de acceder al puerto del Reventón, por la cuerda alcanzar los picos de Claveles y Peñalara, para luego descender a la laguna de los Pájaros, retornando al punto de partida a través del Reajo Malo y el Brezal. Sólo por los nombres ya me puedo imaginar algo de lo que me voy a ir encontrando en esta ruta de kilometraje considerable.
La primera subida alcanza el puerto del Reventón (2.034m) a través del antiguo camino que unía los monasterios de la Granja y del Paular. Para salvar los casi 900m de desnivel sin penar demasiado basta con adaptar el paso a la forma de cada cual. El principal inconveniente estriba en la dificultad de encontrar la cancela verde que da acceso al robledal que atravesaré en los primeros 400m de ascensión. 
A las 9h dejo el coche junto al Polideportivo de Rascafría, de cuyo lateral sale una pista de tierra que es la que hay que seguir. Enseguida salgo a unos anchos prados, con varios caminos y el Paular a mi izquierda. No tengo claro cual seguir, así que voy recto hacia el Oeste, acercándome a varias de las cancelas que veo. Ninguna es la que busco. Llego a una zona preparada para el embarque de ganado, al pie de un cerro. Opto por la senda que la rodea por su derecha y voy subiendo hasta llegar, a los 15 minutos, a una presita de agua donde muere la senda. Consulto el mapa y compruebo que he de volver y bordear el cerro justo por el otro lado ¡Marcha atrás!
Vuelvo al “toril”, lo dejo a un lado y enfilo por la senda alternativa, que esta vez sí, me lleva a la cancela verde ¡Ahora comienza el recorrido bien orientado! Hay hasta balizas a partir de aquí.

El robledal está solitario, acogedor, el trote es cómodo y avanzo llenándome los pulmones de aire fresco y los ojos de los colores de sus hojas y de los helechos que también encuentro.

A la altura de los 1.547m alcanzo la portilla de salida. Se acaban los robles, cruzo una pista y sigo otra justo de frente que me adentra en el pinar.

La vegetación ha cambiado de golpe, la cresta de Claveles sigue viéndose en la lejanía, pero más a la mano. Las balizas van sucediéndose, ya no hay pinos, ahora toca piorno hasta alcanzar el Puerto del Reventón (2.050m). Desde aquí ya veo la Granja de San Ildefonso en la otra vertiente.
No me detengo y enfilo por el cordal hasta el puerto de los Neveros. Lo recorro tratando de ceñirme al senderito que a duras penas sortea las densas y leñosas matas de enebro y piorno que tapizan estos parajes,  azotados por el viento ¡Si te sales, tus tobillos peligran, y de qué manera!
En un continuo sube y baja paso por el Cerro Morete (2.133m); en los Altos de los Poyales (2.079m) me detengo para tomar un plátano y beber un gran trago de agua ¡Ya lo necesitaba! Desciendo al Puerto de los Poyales ((2.021m) para subir, a continuación, al Cerro de los Neveros (2.131m); sin detenerme alcanzo el collado de los Neveros (2.095m).

Amplia zona de tasca sobre la que se yergue, por fin cerca ya, la cresta que une el risco de los Pájaros con el de Claveles.
Sigo el trote que no he abandonado desde que dejé Rascafría hasta llegar al pie de la cresta. Ahora ya encuentro muchos excursionistas. Entre los que suben de la Laguna de los Pájaros y los que bajan de Peñalara, hay verdadera aglomeración en la cresta.
Alcanzo la cima de Peñalara (2.428m) a las 12:30h. Justo a  tiempo para sumergirme durante media hora en la jarana y el vocerío de las decenas de personas que se hacen fotos, comen sus bocatas, abrigan a los más menudos, y buscan guarecerse como pueden, igual que yo, del fresco aire que ventila la cima.

Unas almendras, una barrita energética, un trago de agua y de vuelta a la cresta de Claveles y los Pájaros. Es bien entretenida; con buen día y roca seca, como hoy, el paso de sus aéreos bloques resulta rápido y divertido. Con hielo o niebla es ¡harina de otro costal!

Desde el pie de la cresta enseguida alcanzo la Laguna de los Pájaros, y por el desagüe de la misma comienzo mi “descenso a trocha por terreno desconocido” de la jornada, en dirección a la Laguna del Operante.
Hacia la mitad de la bajada me cruzo con “un solitario como yo”, que va subiendo. Le pregunto si conoce el descenso desde la laguna hasta alcanzar una pista que surca la vertiente a la altura de los 1.700m. Me mira atentamente antes de responder “desaconsejándome fervientemente tal alternativa”. Guillermo, que así se llama, me dice que ya lo bajo él una vez, y que me encontraré: primero, que no hay senda alguna, después, una zona tupida de piornos de 1,5m, que luego da paso a una inclinada pendiente de “apretado bosque de pino y roble”, también sin camino. Nos entretenemos conversando un rato, y nos despedimos, yo diciéndole que voy a ir por donde él hizo de explorador, por lo que me recomienda mucho cuidado con las torceduras “que vas con zapatillas y no con botas”.

La verdad es que los piornos se las traen. Yo voy siguiendo las tenues trazas dejadas por alguna vaca mientras desciendo “piorno hasta el pecho”.

Ahora toca el tramo de bosque. Aquí, a pesar de la pendiente, voy algo más ligero ¡Por fin llego a la pista! Han sido 240m de bajadita salvaje de verdad.
Por la pista se trota bien, en suave descenso. Recorro dos kilómetros hacia el N, y llego a una bifurcación. Si hubiera seguido de frente 2 km más, hubiese enlazado con el itinerario de subida. No lo hago y tomo la lazada hacia la derecha que continua ahora hacia el Sur otros 2km, hasta girar hacia el Este, en sentido hacia el Paular, sin parar de trotar. Las piernas ya se van notando y la garganta pide agua.
A las 16h llego al coche, cansado pero muy contento por el circuito trazado, tras haber recorrido 26km, salvando un desnivel de 1.500m de D+, con 500m sin sendero que tienen su punto.