lunes, 20 de febrero de 2012

Cara Norte de Cabezas del Hierro. La labor del viento y del hielo.


Y nevó, por fin nevó. Y heló, vaya si heló. También sopló el vendaval, hasta que se calmó. Casi dos semanas de frío y viento Siberiano han sido necesarias para que la Sierra de Guadarrama tenga una cubierta de nieve, pero …. y en el “pero” está el “quid” de la cuestión. La nieve cae y la desaforada ventisca la arremolina, transporta y deposita a su capricho. Deja laderas desnudas (la vertiente Sur de la Cuerda Larga, Cabezas incluidas, aparece sin un ápice de nieve), mientras la acumula de forma irregular en las Norte o valles cerrados con gran dominio de la sombra (tal es el caso de Las Cerradillas).
El aspecto es gélido. Allí donde el torbellino azota, todo está cubierto de nieve y hielo, pinos y rocas tratados por igual.

Sin embargo, ¿No ha incluido siempre la montaña un superar dificultades con ilusión?, así que ¡madrugón, esquíes, mochila, coche y en marcha!
 ¿Por dónde empezar, qué circuito trazar, dónde estará mejor la nieve, tendrá suficiente espesor como para cubrir bien las ásperas piedras? Todas estas preguntas y dudas se agolpan en mi mente mientras conduzco hacia la estación de esquí de Valdesquí, base desde la que arrancará cualquiera de los itinerarios que finalmente decida. Durante el trayecto recibo un inesperado SMS de Manuel proponiéndome salir “este domingo”. Respondo, y acordamos encontrarnos en el aparcamiento de la estación.
Son las 8:30am cuando salimos desde el estacionamiento (1.800m), ascendiendo primero por una ladera N en la que todo está helado, hacia el lugar donde acaba el telesilla del Noruego (2.100m), desde donde es posible tener una panorámica completa del tubo NW de Cabezas y del valle de las Cerradillas.  
Desde el Noruego, a la izquierda las 2 Cabezas del Hierro con su tubo NW
Las nubes se retuercen al capricho de las corrientes de aire, nosotros nos abrigamos antes de continuar.

¿Qué hacemos? Una opción es descender al valle de las Cerradillas, hacia el tubo NW, para ascender por él a Cabezas. Otra es seguir subiendo hasta el cerro de Valdemartín.
Finalmente optamos por “dejarnos caer” hacia el valle. Los primeros giros son de tanteo, la nieve está peor de lo esperado, suelta y con poco espesor. Vamos con cuidado, tratando de proteger los esquíes de las piedras que hacemos aflorar con los giros, y nuestras piernas de las trampas que acechan bajo el discreto manto.

Nieve suelta, hielo, roca y sombra nos acompañan a medida que nos vamos aproximando hacia la base del tubo NW, manteniendo a nuestra derecha las laderas Norte del collado de Valdemartín.
Avanzamos sumergidos en el ambiente de alta montaña que envuelve este valle, tan próximo a las pistas de esquí y tan ajeno a ellas, al mismo tiempo.
Desde la superficie helada del valle de Las Cerradillas, al fondo, aún a la sombra, el collado de Valdemartín
 La subida por el corredor NW la iniciamos a la sombra, la nieve escasea y está dura en la zona del barranco, pero las cuchillas hacen su papel. Subimos por donde la nieve lo permite, al principio por la hondonada; cuando se empina demasiado, salimos al lateral, a sortear las rocas y los agujeros que se forman al apoyar los esquíes sobre los arbustos enterrados. Unos cuantos cambios de trayectoria algo comprometidos al final, y accedemos al “plateau” que hay al pie de las cimas de las Cabezas del Hierro.
Echamos una mirada hacia la entrada del tubo Norte. La pinta es muy poco prometedora: nieve helada y rocas aflorando. Casi tenemos ya decidido no bajarlo hoy.  
La Cabeza del Hierro Mayor
Nos encaminamos hacia el collado que separa las cimas de Cabezas. La pendiente aquí es moderada. A medida que nos aproximamos a la loma, el terreno, barrido por las fuertes ráfagas, ofrece una superficie semejante a un campo de coliflores heladas por las que resulta difícil transitar con esquíes de travesía. El tubo Norte se aleja cada vez más de nuestro objetivo para hoy.
La nieve toma la forma de coliflor helada en el venteado collado entre las dos Cabezas del Hierro
En la cima de la Cabeza Mayor (2.383m) coincidimos con dos personas que han subido con crampones por el tubo N, y nos confirman que hay hielo y muchas piedras. Nuestro objetivo alternativo se aclara: volveremos a descender por el tubo NW (el de subida) y remontaremos luego a Valdemartín para buscar el comienzo de las pistas de esquí (El Telégrafo) y aprovecharlas en descenso.
Ajustamos el casco y la mochila, subimos las cremalleras, comprobamos los cierres de las botas y las fijaciones, y hacia abajo. Las piernas y esquíes traquetean sin contemplaciones por el “campo de coliflores”; descendemos ¿esquiando? hasta que la nieve del tubo se vuelve “traicionera”, alternando entre helada y suelta e inestable en pocos metros. Así que, hacia su mitad, cargamos las tablas en la mochila y continuamos a pie.
Miramos hacia la bajada que acabamos de terminar, mientras ponemos focas y comemos algo.
Mirada hacia Peñalara y su cara Sur (allí sí que ha cargado la nieve) antes de reiniciar el ascenso hacia el Noruego.
Encontramos la nieve muy poco asentada, blanda, dificultando mucho el avance, aún con los esquíes.

De vuelta en el Noruego iniciamos ahora la ascensión al cerro de Valdemartín (2.270m) al ritmo de “cuchillas chirriando sobre hielo”, que nuestras piernas toman con determinación ¡La bajada por las pistas lo compensará finalmente todo!
Al llegar al Telégrafo nos extraña encontrar parado el arrastre y a nadie alrededor. Tan sólo a lo lejos, en la Bola, hay movimiento.
Iniciamos el descenso y a los pocos metros nos damos cuenta de la “cruda realidad” ¡No están habilitadas las pistas de este lado de la estación! En su lugar volvemos a encontrar el mismo hielo y las mismas piedras que nos han acompañado durante toda la jornada.
Con resignación y sumo cuidado esquiamos estos tramos, llegando al coche sin percances y con el tiempo justo de meternos en el atasco fenomenal que se forma para comunicar Valdesquí con Navacerrada ¡¡Dos horas para recorrer 10km!! Sin exagerar ni un ápice.
Al menos, la bella estampa de los pinos cargados de nieve nos va haciendo compañía a lo largo de esta procesión.
El broche justo tras haber superado un desnivel acumulado de 1.200m de D+.

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