lunes, 3 de junio de 2013

Galacho en primavera.


El castillo de Miranda erguido sobre los farallones de yeso que se elevan sobre el Galacho de Juslibol
Antiguas ruinas hechas de antiguos yesos se desmoronan paulatinamente bajo el rigor de los impetuosos embates del cierzo y de las tormentas.


Convertidas en esqueleto de lo que fueron,

Erguidas sobre farallones socavados  como muda avanzadilla de una estepa que, empujando desde el Norte, se detiene de sopetón al topar con el agua.

Sendas y vericuetos sobreabundantes viniendo de quién sabe dónde, todos apuntando hacia las aguas que lamen y rebañan los altos paredones.

Viento, sequedad y algún que otro brote de color descollando, acompañan su descenso hacia el galacho.

En la llanura discurre el Ebro caudaloso, tras un invierno y primavera metidos en nieve y en agua.

Es cambiante la fisonomía del río; las lluvias, el sol, el roce continuo con las aguas hacen que las riberas y sus árboles se vean afectados. Varios de ellos han caído sobre el cauce, otros aún conservan los restos que atestiguan hasta qué altura llegó la última crecida.
Las rayas azules señalan los restos dejados, hasta una altura de 1.6m, por la última crecida del río Ebro
Flora de ribera lista para colonizar cualquier claro, para abigarrar cada palmo de terreno.

Aguas aquietadas en las lagunas del Galacho, ajenas a las virulencias del gran caudal del próximo Ebro, incitan al acercamiento, a la proximidad contemplativa, tan sólo a falta de encontrar un paso que lleve hasta su orilla.

Cambia la perspectiva en la proximidad; observado desde dentro y a ras el paraje infunde sosiego y serenidad.

Hinojos y retamas desprenden perfumes dulzones que impregnan el ambiente y saturan la pituitaria, completando el cuadro sensorial que el Galacho de Juslibol, el Ebro y su entorno ofrecen en abundancia a quien desee adentrarse en ellos con el espíritu listo para saturarse de naturaleza.
Tras las punzantes espinas del rosal silvestre el hinojo desprende su perfume en derredor

Retama en flor y farallón de yeso despiden la visita al Galacho


4 comentarios:

  1. Como la curiosidad pica, allá que busco el Galacho y encuentro un vergel a las puertas de la ciudad. A vista de pájaro el meandro crea ese capricho por donde has transitado. Escapada cercana con sabor a reencuentro en la memoria. ¡Qué bien sienta redescubrir terrenos ya conocidos con tanto abolengo! Tierra fértil al abrigo del Ebro mezcla de culturas y gentes: Al-Hauz, Manzil barbar, Mezimeeger han dado paso a otros nombres pero la raíz persiste. Salud y Montaña

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    1. Al grito de la primera Cruzada "Deus lo vol" entró Alfonso I el Batallador en Saraqusta, a comienzos del siglo XII, y al no encontrar resistencia entre los árabes que la poblaban, decidió que la convivencia era posible y hasta necesaria. Diose así comienzo, en mi tierra, la mezcla de culturas y gentes que duró 3 siglos enteros de progreso. Luego se tomó otro camino diferente. Un viva por nuestras raices. Salud y Montaña.

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  2. No todo son cimas, crestas y aristas...bosques, valles, prados, cursos de agua, o riberas, también merecen que les dediquemos parte de nuestro tiempo. En la variedad está el gusto Carmar. Un abrazo.

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    1. De igual forma que si tienes una pena, la pena viaja contigo, si tienes la voluntad de vivir la naturaleza, la vives en cualquier entorno próximo. Tan sólo es cuestión de dar el paso y dejarse llevar por los instintos primigenios que todos conservamos. Es menuda suerte la de "llenarse" con cosas tan simples, naturales y a la mano. Un abrazo, Rafa.

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