martes, 3 de septiembre de 2013

Para Santa Orosia creo que este verano irá bien. Margas, conglomerado, bojes, agua.

Cascada del Chorro en Santa Orosia
Y allá que nos fuimos Manuel y yo en un día de descanso activo, para mantener las piernas ágiles y, de paso, respirar el perfume de los bojes que flanquean el camino de las ermitas. Además, como ha llovido tanto, la cascada del Chorro se muestra en toda su magnitud.

No entrando en las historias sobre musulmanes, princesas bohemias, comitivas atacadas, etc., que acompañan a esta montaña, balcón sobre Sabiñánigo, nos preparamos un circuito incluyendo la salida desde Yebra de Basa, ascenso por el barranco y la faja de las ermitas, trago de agua en la fuente del Santuario de Santa Orosia, descenso hacia el pueblo de San Román y, después, campo a través de vuelta a Yebra.

La subida por el barranco de las ermitas comporta unos primeros metros bastante pelados, sobre margas grisáceas, que pronto dan paso a un bosque de altos y espesos bojes, junto con robles esbeltos cuya sombra nos protege en esta solanera. 


Al llegar al fondo de la quebrada se cruza el torrente alimentado por la gran cascada del Chorro, entrando en una zona de sombra por la que transitaremos hasta llegar a la notoria faja sobre la que se asientan varias de las cuevas y ermitas. Echando la vista atrás observamos el zigzagueante y soleado sendero seguido hasta ahora.

Ermitas de San Cornelio, San Blas, Santa Bárbara y la cascada del Chorro en su apogeo, un caminar plácido sobre el cortado, bajo la caída del agua, en silencio, con tímido repique de campana incluido.



Cascada del Chorro




Finalmente salimos a la amplia meseta superior, planicie sobre la que se alza el Santuario de Santa Orosia, solitario hoy, al que nos dirigimos al encuentro de la fresca y abundante agua que mana de la fuente de tres caños que hay junto al mismo.

Santuario de Santa Orosia
Fuente de Santa Orosia
Momentos de reposo (no olvidemos que se trata de un día de “descanso activo”) en un lugar en el que buscamos el semi-sol, porque a la sombra hace frío, durante los cuales la vista recorre el hermoso pinar que cubre una parte de esta pradera, que se topa luego con la cumbre de Oturía, unos cuantos metros a nuestra espalda, y que decidimos no ascender hoy (¿Qué tipo de día de descanso sería éste si fuéramos a subir a todas partes?).- Eso ya tocará en otra ocasión, pensamos, mientras escuchamos en la lejanía los sonidos de las esquilas de las ovejas.

Cuando vemos que las nubes empiezan a tomar cuerpo decidimos alzarnos y emprender el retorno. Nos encaminamos hacia el borde de la faja por la que hemos accedido, pero ahora buscamos la dirección a San Román. Caminamos sobre lecho de piñas, entre erizones, dejando atrás la cumbre de Oturía.

Los abejorros se afanan sobre las carlinas acaulis que salpican el pasto con sus rosetones ¡Brujas puede que espanten, pero a los insectos y a los bípedos mamíferos que por aquí deambulamos, bien que nos atraen!

Hay que ir atento para embocar correctamente con el sendero de bajada, en su comienzo trocha poco definida entre las altas hierbas, que posteriormente va descendiendo sin pausa por las sucesivas terrazas de conglomerado, perdiendo altura rápidamente, hasta introducirse en un acogedor bosque de robles cuya sombra agradecemos de veras.

Tras una bajada con tiento, porque el sendero está abundantemente cubierto de cantos y piedras menudas y medianas, llegamos al pequeño pueblo de San Román. Tranquilo y apacible, en el que ni un solo ladrido se escucha.

San Román
A la salida del pueblo enfilamos una pista siguiendo las marcas que indican el camino hacia Yebra de Basa. De nuevo las apariencias engañan. Lo que en la distancia parecía que iba a ser un sofocante “campo a través”, en la proximidad se transforma en un transitar a la sombra de altos bojes, teniendo que cruzar un barranco por el que el torrente discurre con abundante agua, para llegar finalmente a un abrupto terreno de margas (tipo de roca sedimentaria compuesta por calcita y arcilla, que la hace muy vulnerable a la erosión, y muy característica de las tierras pre-pirenaicas) que anuncia la proximidad de Yebra.


Terreno de margas
Así, tras unos 15km de recorrido, llegamos de nuevo al coche, con las piernas entonadas y las pituitarias impregnadas de aroma de boj, sin habernos lastimado ni mínimamente tras hacer equilibrios por el filo de las margas.

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