miércoles, 25 de febrero de 2015

Ascenso con esquíes a Peña Cítores por el Camino Viejo del Paular. Cima en mitad del hielo y de la ventisca.

Cima de la Peña Cítores
Tocan a su fin los pocos días de nieve cubriendo desde muy abajo el extenso pinar de Valsaín, por lo que mi amigo Manuel y yo decidimos aprovechar la oportunidad para realizar un extenso circuito con esquí de travesía antes de que el manto se retire a cotas más elevadas, explorando zonas boscosas poco o nada visitadas con anterioridad y apartadas de los recorridos habituales.

El itinerario de hoy: Fuente de la Canaleja (1.350m) – Camino Viejo del Paular– Puerto de Cotos (1.830m) – Senda del Batallón Alpino– Peña Cítores (2.181m) – Majalgrillo (1.909m) – Pista (1.600m) – Boquete de Majada del Grillo – Fuente de la Canaleja.  En total 17.5km de recorrido salvando un desnivel de 1.000m de D+.

El pronóstico meteorológico que llevamos en la cabeza habla de “cielos muy cubiertos a primeras horas de la mañana, con apertura de claros hacia el mediodía y estabilización del tiempo soleado a partir de ese momento, con persistencia de viento moderado en altura”.

Dado que la nieve ha desaparecido de la Fuente de la Canaleja optamos por dejar el coche unos cientos de metros más arriba, en un ensanche de la carretera de acceso al Puerto de Navacerrada, en el lugar desde el que arranca una pista forestal asfaltada que recorre la falda de la montaña, al pie de Cítores y Majada Hambrienta, entre los 1.400m y 1.600m de desnivel.

La sorpresa inicial de la jornada es encontrar que una quitanieves ha limpiado la pista. Los primeros kilómetros los hacemos esquiando por el bosque, junto a ella, sorteando la incomodidad que supone cruzar cada uno de los frecuentes arroyos que la pista salva por medio de puentes y nosotros tras más de una filigrana con los esquíes entre zarzas y piedras.

Encontramos que la máquina dio por terminado su trabajo al entroncar con el Camino Viejo del Paular. Afortunadamente, a partir de este punto la nieve lo cubre todo, tanto la continuación hacia el Norte como el camino que se enfila hacia el Puerto de Cotos en sentido Oeste – Este, que es el que tomamos.

El silencio es roto por el deslizar de nuestros esquíes; la nieve está sólida y consistente. Anticipamos un buen esquiar en bajada. Cuando nos detenemos, el rumor del agua escurriendo montaña abajo y los trinos de los madrugadores pájaros nos envuelven.

Pinos majestuosos,  menhires naturales que el musgo tapiza y el sol que de vez en cuando apunta, consolidan un bello recorrido al pie del macizo de la Peña Cítores que vamos bordeando por su base.



Los intervalos de luminosidad son cada vez más largos, el Puerto ya está al alcance, la primera legua y media de camino a punto de culminarse y el pronóstico del tiempo, cumpliéndose ¡Cuando salgamos del bosque entraremos en el terreno del sol, y quizás hasta nos acerquemos a Dos Hermanas y Peñalara!


El barullo en Cotos es el habitual de un domingo de invierno, así que sin detenernos seguimos hasta el inicio de la Senda del Batallón Alpino donde hacemos una breve parada para reponer energía. El tubo Norte de Cabezas, enfrente, se encuentra colmado de nieve y el viento en altura se intuye fuerte.

Tubo Norte de Cabezas
Comenzamos el ascenso por el pinar que cubre la ladera Oeste de Dos Hermanas, en dirección al collado entre ellas y la Peña Cítores.

El tímido sol proyecta largas sombras entre las cuales nos movemos silenciosos. El entorno es bello y solitario.



En un momento determinado nos percatamos de que ya no hay sol, de que el cielo se ha oscurecido y de que el viento empieza a azotar.

Los ejemplares son cada vez de menor porte. El frío se manifiesta en sus congeladas ramas. Todo se ha tornado gris. Estamos a punto de abandonar el abrigo del bosque y de salir a la zona descubierta de los 2.000m, a encarar las fuertes ráfagas que vienen del Norte.



No hay huella y la nieve está muy dura; hemos de poner las cuchillas. La niebla deja entrever, de vez en cuando, la silueta del collado y de la gran cornisa que desde él se ha formado hasta la cima de la Peña Cítores, fijamos el rumbo y seguimos hasta el siguiente momento de claridad ¿Dónde están las aperturas de claros cada vez más frecuentes a partir de mediodía? Más bien es al contrario, pero perseveramos hacia delante.

No vemos a nadie en las proximidades, mejor sería decir que escasamente vemos a nuestro alrededor, mientras avanzamos algo aturdidos por las continuas y fuerte ráfagas ¿Se le puede llamar a esto“viento moderado en altura”?

Transitamos por entre las típicas coliflores de nieve helada con las cuchillas chirriando sobre la dura superficie. 

Se abren un momento las nubes y nos percatamos de que la cima de la Peña Cítores se encuentra a unos cincuenta metros a nuestra derecha ¡Menuda deriva en tan poca distancia! Corregimos el rumbo, alcanzamos la cumbre y nos parapetamos tras una pequeña roca congelada, a resguardo del vendaval. 

Llegando a la cima de Peña Cítores
Ahora brilla el sol, ahora no, al rato se abre otra vez, al instante la niebla lo cubre todo.

Panorama hacia el Sur desde la cumbre de Peña Cítores
Antes sol, ahora niebla
Comemos unas barritas energéticas, algunas almendras y bebemos agua  mientras, sentados sobre el hielo, esperamos vanamente que despeje y ello nos permita fijar el rumbo de descenso. A partir de la cima el territorio es desconocido para ambos, así que hemos de extremar las precauciones y “atinar”.

Definitivamente nos convencemos de que el parte meteorológico hace una hora que ha dejado de cumplirse y que la realidad va en sentido contrario; la perspectiva es la que es: nubes bajas persistentes, ventisca y sensación térmica muy fría. Cuanto antes abandonemos las alturas mejor. Sin pausa pero sin lanzarnos hacia donde sea, porque en la niebla que nos envuelve los contrastes de nivel han desaparecido; todo se muestra engañosamente difuminado y etéreo.

Ponemos los esquíes en modo descenso y desde la cima enfilamos hacia el Oeste por el filo de la loma que cada vez se estrecha más. Lo poco que podemos vislumbrar del lateral Sur se muestra amenazador, con abundantes bloques rocosos y una caída más que respetable; del lateral Norte tampoco se ve demasiado y además nos alejaría del destino previsto. Seguir hacia el Oeste, loma abajo, parece menos complicado pero tampoco estamos seguros de que sea transitable con esquíes; así que decidimos volver a la cima y ver si, desde ella, somos capaces de acertar con el itinerario de subida para, siguiéndolo, alcanzar una zona conocida y embocar el bosque de la cara Sur en un descenso menos arriesgado.

Resulta trabajoso remontar sin pieles los aproximadamente 80 metros de desnivel que hemos descendido. En ello estamos cuando, cual aparición, vemos a cuatro personas con crampones que vienen subiendo exactamente por el filo de la loma que hemos desestimado.

Les preguntamos por el estado de la nieve y si han encontrado problemas durante el ascenso por tal itinerario. Nos dicen que es el trazado habitual en verano, que sus huellas se ven bien tras pasar un pequeño casetón que hay unos metros más abajo y que la nieve se deja transitar. Es lo que necesitábamos escuchar; ahora tenemos dos alternativas: o retornar a la cima y esperar a que un claro en el cielo nos permita trazar mentalmente el itinerario de vuelta, o seguir las huellas que han dejado los “aparecidos” por la loma y cara Oeste. Finalmente optamos por esta segunda: si han subido y las marcas son visibles, al menos iremos bien encaminados hasta salir de la niebla.

Con lo que no contábamos era con que la percepción de “terreno transitable” para un montañero que va a pie no es totalmente coincidente con la que tiene el esquiador de montaña ¡Vamos!, que yendo a pie se pasa por cualquier sitio, por más empinado y estrecho que sea o por más pedruscos y árboles que se deban sortear, y que con esquíes la cosa cambia sensiblemente. 

En definitiva, encontramos la nieve helada y compacta, cubierta por una costra de varios centímetros muy peligrosa para esquiar, y abundantes obstáculos de rocas y troncos para sortear, con pasos muy estrechos

Todo está congelado en este descenso por la loma Oeste
así que, tras un centenar de metros arriesgando una lesión, a los 1.900m de altitud cargamos los esquíes en la mochila y continuamos en modo “montañero de a pie” hasta dar con la pista a la altura de los 1500m, en la cual nos volvimos a poner los esquíes y, remando, remando, retornamos al coche. 

No muy gratificante el descenso pero al menos escapamos ilesos de la encerrona del mal pronóstico y peor tiempo.

Al poco de terminar las nubes se habían consolidado totalmente y comenzó a nevar débilmente.

Quedamos satisfechos tras haber completado un circuito muy variado y poco usual que teníamos “in mente”, con algún acomodo sobre la marcha en función de las circunstancias, cumpliendo con los tres principios básicos que se aplican en montaña: “volver sanos, volver amigos y, si es posible, hacer cima”. 

2 comentarios:

  1. Conocer las previsiones meteorológicas, se ha convertido en un elemento esencial a la hora de elegir las rutas a realizar. La consulta de los boletines de información generales sobre la evolución de la atmósfera, y específicos sobre el estado de la nieve, y la estimación del riesgo de aludes da seguridad a las actividades en montaña. Además la propia evaluación de las condiciones concretas que nos encontremos, y la detección de los indicadores de cambio de tiempo nos permitirán readaptar los itinerarios, cuando “la meteo” no se comporta como estaba previsto. Salud y Montaña

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "La meteo" ayuda sin duda a la hora de seleccionar el itinerario, pero sobre el terreno bien se vale de lo que los sentidos perciben y de los recursos con los que la experiencia nos dota para adaptarnos a la realidad. Si las alternativas son varias, además se puede optar; si bien, eligiendo una de entre varias posibilidades conlleva descartar las otras, lo que también aporta cierto desencanto. Salud y Montaña, amigo / compañero.

      Eliminar