martes, 13 de octubre de 2015

Hoyo de Manzanares: encinas y canteras de antaño.

Cantera de pórfido
Hoyo de Manzanares, a 35km de Madrid, es un término municipal integrado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Al abrigo de la Sierra del Hoyo, protegido de los fríos y vientos norteños de la vecina Sierra de Guadarrama, cuenta con una vegetación antigua, bien conservada y asentada sobre el terreno granítico tan característico de Guadarrama.

Recorrer sus caminos y ascender a sus redondeados picos supone un deambular agradable y sin grandes exigencias por trochas emboscadas, flanqueadas por abundante vegetación. Lugar ideal para jornadas de duración media o para cuando el tiempo se muestra inestable y desaconseja otros objetivos de mayor envergadura.

El itinerario de hoy discurre por la pista que se extiende de Oeste a Este en la falda Sur de la Sierra del Hoyo, comienza en la Berzosa, llega hasta la cantera de pórfido y retorna por el monte del Egido. Unos 11km de longitud salvando un desnivel total de 275m de D+. 

Espolón del Picazo
Ha estado lloviendo por la noche y las nubes, de momento, son mayoría si bien permiten claros pasajeros. La gran permeabilidad del suelo ha evitado la formación de charcos y la carrera resulta cómoda.

Al poco de dejar atrás la Berzosa se encuentran grandes y viejos ejemplares de enebros y encinas que ofrecen sus alimenticias bayas en la antesala del invierno.

Ejemplar de enebro y sus bayas

Ejemplar de encina y sus bayas (bellotas)
La pista rodea por su base el espolón del Picazo, cuyas verticales paredes destacan entre el verde apagado de las encinas y el ocre otoñal de otras variedades.

El Picazo
Algo más adelante, en la zona alta del cordal a cuyo pie discurre la senda, se distingue la silueta de la Tortuga, la formación rocosa más singular de la Sierra del Hoyo. Hoy sólo la contemplaré desde la distancia.

La Tortuga
La pista se aleja de los límites de la población aproximándose a la falda del monte. Tras un cercado unos burros comen apaciblemente, ajenos a quien se detiene a mirarlos.

A derecha e izquierda, jaras, encinas y alcornoques conforman la seña de identidad vegetal de esta Sierra.

Alcornoques y jaras
Encinas y jaras
En lontananza, tanto en lo más urbano como en lo más natural, se distinguen elementos con relevancia propia. El trote mantenido permite ir paseando la mirada por el entorno, fijando las imágenes.


Y así, casi de sopetón, llego a la altura de la cantera de pórfido, que se presenta como una profunda raya en el terreno que, desde la pista, apenas se distingue del granito predominante de la zona. 

Cantera de pórfido
Conviene ir atento, porque si no, puede pasar desapercibida y vale la pena hacer un alto y, con cuidado, asomarse al interior desde el borde de sus verticales paredes, descubriendo esta singular cantera abandonada, ahora llena de agua, de la que se extraía pórfido, material utilizado en la pavimentación de las calles.



El pórfido es una roca compacta y dura, ordinariamente de color oscuro y con cristales de feldespato y cuarzo. La imaginación vuela mientras contemplo sus pétreas y brillantes paredes, retrocediendo a tiempos pasados, testigos de esfuerzos y afanes dedicados al aprovechamiento de los recursos naturales.

Canteras que ya no están en explotación pero que tuvieron su importancia en los últimos años del XIX y hasta la primera mitad del siglo XX. La naturaleza granítica de la Sierra de Guadarrama favoreció el desarrollo de la cantería en numerosos pueblos serranos, siendo el oficio de cantero una actividad tradicional, generalmente familiar, complementaria a la agro-ganadera o forestal. 

Pero hay que volver a la realidad, al ahora, antes de que las amenazadoras nubes comiencen a verter agua.

Retomo la carrera y me interno en el monte del Egido, no sin antes lanzar una última mirada a esa ladera en cuyo pie queda la cantera; granito, encinas y soledad compartiendo el mismo espacio.


Gira el camino y emboca hacia Hoyo de Manzanares; la pista de tierra se torna en asfalto; voy corriendo por calles desiertas contemplando cómo el otoño pone a punto las castañas. 

Castaño con sus frutos casi a punto
Comienza a llover débilmente cuando estoy llegando a la Berzosa. 

8 comentarios:

  1. Veo que te gusto la zona, y has vuelto a la semana siguiente: Un recorrido con una vegetación muy variada, me sigue sorprendiendo ese color rojizo de los alcornoques sin corteza.

    Al ver la cantera de pórfido me ha entrado la curiosidad, y he tenido que echar un vistazo en internet para ver como eran esas piedras, sinceramente no me sonaba de nada.

    Un saludo

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    1. Son "curiosidades" de la zona que sirven como hitos en las carreras por zonas menos "llamativas" pero que tienen su interés y su belleza. Un saludo, Eduardo.

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  2. Viendo los burros me entra nostalgia recordar a mi abuelo, que vino de Litago a Tarazona en busca de una vida mejor. Yo montaba a lomos de su burro con mis hermanos... Ahora hay entusiastas del "rewilding" que quieren recolonizar los dominios abandonados del Zebro, burro salvaje manjar de reyes, que dio nombre a la cebra. Nieva en Moncayo. Se cierra el círculo hasta el próximo Beltane... "crepúsculo de los bueyes/está despuntando el alba". Buena compañía en el camino: el monte espera.

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    1. Aún con nieve en los altos hay tiempo todavía para los que en zapatillas vamos antes de calzar las botas de travesía. Unos meses de caminar antes de deslizar los esquíes montaña arriba (gran trabajo) y luego montaña abajo (gran pericia). Después, hasta el próximo Beltane, serán los paisajes nevados los que nos acojan, aun sin resultar acogedores en todo momento. Ha nevado en el Moncayo; suerte tuvimos con el tiempo y con el paseo. Salud y Montaña, compañero.

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  3. Hola Carmar, la zona centro de la Península apenas la tengo recorrida en lo que a montañas se refiere. Tan sólo una visita hace años para escalar en la Pedriza que por cierto acabó en un fiasco en las paredes del Yelmo. La zona me gustó mucho, tengo que volver.
    Salud(os)

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    1. Guía tienes tanto por Pedriza como por el resto de la Sierra, para cuando decidas volver. Ahora bien, si es a Pedriza y a escalar, el guía te llevará hasta el pie de la vía, que para el resto se lo pensará muy mucho :). Salud y Montaña.

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  4. Precioso paisaje este de la sierra madrileña. En su día ya tuve la fortuna de disfrutarlo durante poco más de un año.
    Los burros me apasionan. Me gustaría retirarme al pueblo y tener uno para pasear con él. Cerca de Zaragoza hay unos caballos y burros cercados pero, que veo cuando salgo al campo y aprovecho para darles alguna patata o manzana.

    Saludos

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    1. Y si además rascas el interior de la gran oreja del burro, ya verás la cara de placer y arrobo que se le pone; después te sigue a todas partes encantado. Saludos.

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