martes, 26 de septiembre de 2017

El Yelmo por la vía Valentina. Con tacto con la adherencia_v2.


El Yelmo es uno de los riscos más vistosos de La Pedriza. La cara Sur forma una enorme placa de granito rosado que se eleva 150 metros sobre su base hasta alcanzar la altitud de 1.717m. Contemplado desde la proximidad constituye un monumental paredón que produce admiración.

Caras Oeste y Sur del Yelmo
La "vía normal" transcurre por la Gran Grieta de la cara norte (una chimenea / diaclasa en dos tramos), aunque también se considera como tal a la vía Valentina, que asciende por el lado oeste del risco. Si la primera se supera por “frotamiento corporal” (tal es la estrechez del paso), en la segunda hay que echar mano de la “adherencia”, tipo de escalada en la que sostenerse sobre la roca es cuestión de composición mental en pugna con el instinto natural.

Teníamos pendiente esta subida al Yelmo por la vía Valentina desde hacía una temporada, así que la incorporamos como una parte más de un circuito atractivo, con origen y llegada en Canto Cochino, incluyendo en él: visita a la Lagunilla del Yelmo, subida por la vía Valentina, ágape con vajilla y mantel en la cima del Yelmo, descenso por la Gran Grieta y retorno por el Barranco de los Huertos.

A las 8 de la mañana iniciamos la marcha en Canto Cochino: Rícar, Fernando, Benjamín y yo, con las mochilas “inusualmente” repletas, el cuello protegido del frío y marcando buen paso para combatirlo, encaminándonos hacia la Gran Cañada y Collado de la Encina.  
Accediendo a la Gran Cañada
Dejando abajo la explanada de la Gran Cañada continuamos el ascenso hacia el Yelmo. La mirada se detiene en las distintas siluetas que cada uno interpreta a su manera.

Un buitre espera pacientemente a la formación de las térmicas para lanzarse a volar.
 
El sol ilumina y va caldeando la mañana. Las bellotas de las encinas pronto estarán maduras y servirán de alimento a los animales de cara al invierno.
 
Poco antes de llegar al collado de la Encina, con el Yelmo a la vista, abandonamos el camino que venimos siguiendo hasta aquí y tomamos una trocha hacia la izquierda por la que, en pocos minutos, alcanzamos el rincón donde se encuentra la Lagunilla. Avanzamos entre brezos y moles rocosas por un entorno solitario, bien ajeno al ajetreo de la senda principal que poco antes transitábamos.
 
La Lagunilla es un remanso de paz situado en un lugar que no resulta sencillo de localizar y que uno se resiste a abandonar. En esta ocasión, mediados del mes de septiembre, la encontramos sin agua, si bien el lugar mantiene el encanto que hemos venido a buscar.

Falta el agua en la cubeta de la Lagunilla.
Al otro lado de la Lagunilla el terreno es agreste. Descendiendo por él se alcanza el Barranco de los Huertos
Damos la espalda al Barranco y retornamos a la vacía cubeta.
Desde aquí enfilamos ya directamente hacia la base del Yelmo. Los ojos se fijan en el arranque de la vía que vamos a recorrer, y que en la distancia aparenta ser menos tratable de lo que en realidad resulta.
Un escalador sobre la Sur del Yelmo
Trazado de la vía Valentina
La vía de la Valentina, aunque su dificultad no es elevada (III en la placa de inicio, un II+ en el tercer tramo y en  el resto de II), no está libre de riesgos. Requiere aplicar desde el principio la especial y poco intuitiva técnica de “adherencia”, consistente en fiar y potenciar el apoyo de las suelas del calzado, usar las manos para apoyarse o asirse de los escasos resaltes que se puedan encontrar, trazando mentalmente la trayectoria de cada tramo antes de iniciarlo y, una vez interiorizada, comenzar decididamente la ascensión a pasos cortos y rápidos, como si se subiera por una escalera de gato. Cuantos menos titubeos durante el tramo, mejor y más seguro resulta.
Una vez superado el primer diedro se contornea la roca por la izquierda y se avanzan unos 20 metros, hasta colocarse en la vertical del siguiente largo, menos empinado, en cuya parte superior se ve un gran bloque, que después se sortea en bavaresa (II+).
Superando el diedro del primer largo
Bloque característico del segundo largo
Adherencia a tope y dificultad escasa, pero hay que andar con cuidado, porque la mente de los menos habituados puede dar lugar a alguna mala pasada. La cuerda ayuda en estos momentos.
Conviene atenerse a los dos principios siguientes: 1.- mantenerse alejado del borde de la gran pared Sur, y 2.- seguir la dirección marcada por los canalones verticales que se ofrecen a nuestra vista. Si se pueden superar por dentro, adelante, y si no, salirse al lomo y continuar hacia arriba. La adherencia es buena, las suelas se agarran más de lo que se pueda pensar y la pendiente no es excesiva. Cuestión de hacer trabajar a las pantorrillas y mantener a raya la imaginación. Poco a poco la progresión se hace natural.
El panorama, a medida que se gana altura, se hace cada vez más amplio.




 
Cima del Yelmo
Satisfacción en la cumbre y a por un almuerzo que literalmente “llama la atención”.
 

Una vez terminado el almuerzo nos ponemos de nuevo en modo marcha e iniciamos el descenso  por la Gran Grieta antes de que “se llene” de gente. Es tal su estrechez que sólo se puede pasar de uno en uno, y de costado, de forma que hay que guardar turno. Tenemos suerte y no hay que esperar. Nos sometemos voluntariamente al “peeling” contra el granito y desembocamos en la cara Norte.
Gran Grieta / Diaclasa de la cara Norte
Nos dirigimos hacia el Barranco de los Huertos, zona de vegetación y fauna muy pedricera, que por lo intrincado es pocas veces recorrido.
Entre moles de granito y altos brezos se va dejando atrás el Yelmo. Caminamos atentos a no perder la traza, fijándonos en lo que nos rodea.
Formas que se nos antojan “Dalinianas” (Rostros o testuces con nariz o trompa “derramadas”).
Cara con nariz derramada
Trompa derramada del Elefantito del Yelmo
Ásperas carrascas mostrando su capacidad de enraizamiento.
Transitamos por unos parajes en los que "cada cual está a lo suyo".
 
 
 
 
Bloques rocosos de formas diversas, sorprendentes en sus individualidades.
 
Tan encantados vamos que, finalmente, perdemos de vista las desvaídas marcas rojizas que nos guían. Nos damos cuenta de que ya no seguimos ninguna pero, yendo cuatro y portando cuerda, decidimos seguir adelante por lo intrincado y recóndito. Un aliciente más. A partir de ahora hablamos menos y nos fijamos más.
Sinuoso recorrido, destrepes ocasionales, espesa vegetación y finalmente aparecemos sobre un lomo rocoso al pie del cual se encuentra el camino que conduce a Canto Cochino.
Hemos completado un circuito entretenido y variado, gimnástico a tramos, visitando rincones recoletos y primitivos que tan a la mano están para quien los quiera buscar.
 

Al fondo, el Yelmo, bajo él, el Barranco de los Huertos, sinuosa cinta verde en el roquedo. A la izq., la Peña Sirio
Una vez más cumplimos las tres máximas en montaña: hemos vuelto sanos, hemos vuelto amigos y hemos alcanzado la cima.
Rícar (1er plano); Detrás, de izq. a dcha: Benja, Carmar y Fer.
 

14 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    Raro se hace verte calzando pies de gato. Sin duda una entretenida ascensión a uno de los clásicos de la zona, en el que la mente es más importante que el físico.

    Un saludo

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    1. A reglón de los "clásicos" que mencionas y los pies de gato me viene a la cabeza el pasaje de la Celestina en el que ella dice: < Aunque he perdido los dientes, me queda el resabio en las encías> Y es el resabio de pasadas ascensiones el que me viene cuando, calzando mis pies de gato, vuelvo a sentir "la adherencia con tacto" que estos granitos pedriceros producen. Ahora bien, con dificultad bajo control, que no es el caso ya de apuntar a bocados mayores, que la roca es muy dura, habiendo otras satisfacciones que la montaña y la naturaleza ofrece para las encías de ahora.

      Salud y Montaña, Eduardo

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  2. Hola Carmar

    Oye que bien, envidia me das de trepar por la Pedriza. Desde que subí al Yelmo me quedé con ganas de ir algún día a escalar.

    Impresionante ese elegante almuerzo, así da gusto, como os cuidáis¡¡

    Salud¡

    Fer

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    1. Hubiéramos compartido gustosamente contigo nuestro llantar, que más de uno de los que por allí pasaron miraba de reojo, despectivo primero y lastimero después.

      Da satisfacción la muy particular escalada en los granitos de la Pedriza, vías en las que la mente añade sistemáticamente un grado más a la técnica graduación de la misma.

      Salud y Montaña, Fer.

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  3. Hola, muy bonita la Pedriza aunque esté tan seca. Y lo bien que salen las cabras en tus fotos.
    Claro que con esos almuerzos de mantel, vajilla y vino hay peligroso, uno les coge gusto y luego las barritas energéticas y la fruta no son suficiente.

    Salud y mucha montaña!!

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    1. Es verdad que parece que les tenga cogida la medida a las cabras especialmente. Las encuentro muy fotogénicas.

      Ya tienes razón, ya, que volver al minimalismo tras ejercer el sibaritismo más refinado cuesta lo suyo. Al retorno ayuda, no obstante, el constatar cuánto pesa la mochila acarreando vajilla, manjares, mantel y todo lo demás.

      Salud y Montaña, Francisco.

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  4. A veces pienso ──y supongo no haber sido el único── que la adherencia es fruto del compromiso entre la afectividad del escalador por la roca y un circunstancial síndrome de Estocolmo contra ella. Por eso subí en silencio y me comprometí a no decir palabra, para no molestarla, para que quien estaba ligado a mi cuerda subiera lo más concentrado en conocer el qué y el cómo de la técnica. La cuál poco a poco, un día, obtendrá por peso y apoyo.
    Nunca dos cuerdas, vagas incluidas, fueron tan precisas para dividir el progreso; minimizando así la posibilidad de fallo...de alguna de ellas
    Gracias por compartir esas variopintas mesas y esfuerzos; cuasiexplorados y laberínticos callejones que como parques de atracciones tienden a ser deambulados en todas direcciones tantas veces; despistes incluidos. Eso es lo divertido (aunque no sea del gusto de todos :))´)
    Y unas chocolatinas ilustradas son mejores que otros ricos manjares

    Salud, Libertad y Monte, meu

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    1. En general siempre da satisfacción el compartir, sea mesa, cordada, divagaciones, errático, que no desorientado, caminar, en fin, la vida en la naturaleza con alguien que la ve de forma similar. Explorar y jabalinear por lugares que muy pocos bípedos han transitado resulta un placer.

      No hubieran sido gran cosa los chocolates de no haber sido precedidos por todo lo demás.

      Salud y Montaña, dilecto.

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    2. "Dónde pone vaga, debería poner baga"
      Que a veces entre una y otra se salta la tecla
      Meus cumprimentos, meu d:)´

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  5. Ya me habías inculcado el gusanillo de La Pedriza en otras entradas, pero con esta de hoy te prometo que de este invierno no pasa que me acerco a visitarla. ¡Que actividad más guapa! ¡Enhorabuena!.

    El paraje de la Lagunilla con agua debe ser precioso y la foto del "pie de gato-bota" me ha encantado jejeje

    Salud y monte!!

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    1. Si vas por Suramérica bien puedes acercarte a la Pedriza ;-D No te defraudará en absoluto. Si estoy por la zona con gusto te/os acompañaré y haré de guía.

      Como dices, la Lagunilla con agua constituye un enclave precioso, digno de ser encontrado, que no resulta fácil, no.

      Los pies de gato "arlequinados" tienen su punto.

      Salud y Montaña.

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  6. Me gusta la buena y exquisita presentación de vuestro merecido almuerzo; con clase, distinción y educación. No como águilas, buitres, zorros y demás habitantes groseros y nada dados a utilizar estos elementos de gente tan refinada (jaja, es broma pero, que vayan tomando nota...).

    Un abrazo.

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    1. Si al principio nos esforzamos en usar los cubiertos, al poco los dedos tomaron el relevo. Y es que los instintos son irrefrenables. Ahora que ni una sola miga o rastro dejamos de nuestro refinado paso.

      Un abrazo.

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